Ayer tras días de mal tiempo, muchos ciclistas estábamos ansiosos de salir a quitarnos el oxido de las piernas y recuperar esta semana que no nos ha dado muchas oportunidades de practicar este maravilloso deporte del Ciclismo.
Voy a aprovechar la experiencia de esta tarde con el objeto de transmitir a todos los seguidores y principalmente a los que residimos en Los Alcázares y alrededores que disponemos de un lugar maravilloso para disfrutar del deporte gracias al entorno que nos rodea.
Después de días de lluvia y a pesar del fuerte viento, valía la pena sufrir un poco y ya siendo las 18:30 h. me dirigí hacia el Algar, pude observar que con las manos en la parte baja de mi manillar el corazón a 155 ppm. no superaba la velocidad de los 24 km/h. realicé varias pruebas con distintas relaciones y los resultados no mejoraban, no podía contra el viento, pero no tenía a nadie para perseguir y nadie a mi rueda, sin pensarlo un momento, decidí bajar el ritmo y cambiar la estrategia, ¿por qué no disfrutar de una salida apacible contemplando del paisaje?, baje un par de km/h. y cambié la posición agarrando el manillar por las manetas. Al llegar al Algar, atravesé el pueblo mirando las casas, la gente, la actividad de aquel momento, continué mi recorrido hacia La Unión y una vez coronado El Descargador, inicié la bajada agarrando los frenos y ralentizando la velocidad, intentando grabar en mi retina esa bajada de media montaña con una vegetación tan verde, al llegar a la altura de la autovía de La Manga no pude ya evitar la necesidad de mirar con tranquilidad, me paré y saqué mi móvil que uso como GPS
y retuve en unas fotos esa bella imagen del mar con la Manga de fondo, la lluvia de los días pasados había limpiado la atmósfera y presentaba un atardecer tan bello que el entrenamiento con la bici se había convertido en un entretenimiento paisajístico, continué mi recorrido hacia los Nietos, Los Urrutias y al llegar a la altura de la subida al Carmolí, pensé.. ¿porqué no sufrir un poco y subir? empleé toda mi energía y ascendí lo más rápido que pude, al llegar arriba, pie a tierra y otro par de fotos, cada vez estaba más convencido de lo afortunado que era al disfrutar de un atardecer tan limpio.
Tras bajar del Carmolí, ya eran casi las 8:00h. el trayecto hasta Los Alcázares lo realicé a un ritmo manteniendo una velocidad superior a 30 Km/h. el viento de costado no me ayudaba demasiado, pero al llegar a los Alcázares no estaba cansado, ni me había saciado de paisajes, decidí apurar el poco tiempo de luz que quedaba y a toda velocidad me dirigí hacia Santiago de la Ribera, llegando a la altura del mar volví a bajarme tomando otras fotos.Finalmente, encendí mi piloto trasero y luchando contra el viento de nuevo regresé hacia Los Alcázares llegando en penumbra.
De esta experiencia, los que practicamos el ciclismo a nivel aficionados, hay que aprender que EL CICLISMO no es solo conseguir mejor forma, sufrir, apretar los dientes, luchar contra el viento, agachar la vista al suelo, el ciclismo es también poder aprovechar nuestro fondo para hacer 60 km. casi sin enterarnos, sin cansarnos, adoptando una postura cómoda sobre nuestra máquina, disfrutando de los 360º de belleza gratuita que nos ofrece los atardeceres de nuestras montañas y nuestros mares: Mayor y Menor.